25 de noviembre | Día Internacional de lucha contra las violencias hacia mujeres y disidencias
¿Qué sucede cuando el Estado deja de garantizar derechos?
Declaración del Honorable Consejo Directivo de la FCS (Res. 468/2025) en el marco de las actividades del 25 de noviembre y en el Mes del Activismo por los Derechos Humanos en la FCS.
A una década de la irrupción histórica del movimiento Ni Una Menos, el 25 de noviembre conmemoramos el Día Internacional de lucha contra las violencias hacia mujeres y disidencias -lesbianas, travestis, trans, bisexuales, intersex y no binaries-.
Este día nos encuentra en un país atravesado por un profundo deterioro de las condiciones de vida. Crecen el desempleo, la pobreza y la informalidad, mientras se desmantelan políticas sociales esenciales. Desde las más altas esferas del Gobierno se consolidan los privilegios de sectores concentrados de la riqueza y se impulsa un discurso de odio, persecución y negacionismo que deslegitima las luchas feministas. Programas y herramientas fundamentales para la prevención y asistencia -como el Acompañar, la Línea 144, la Ley Brisa, Acercar Derechos o el Registro Nacional de Organizaciones Sociales de Género- son desfinanciados o eliminados.
Como resultado de estas políticas crece la violencia femicida en nuestro país: según el Observatorio Nacional MuMaLá (octubre 2025), se registraron 211 femicidios una víctima cada 34 horas- junto con 855 intentos, y solo en octubre hubo 11 víctimas, es decir, una mujer asesinada cada 28 horas. Los nombres de Morena, Brenda, Lara, Luna, Mariel, Gabriela, Valeria, Verónica, Noelia, Adriana, Mariana, Daiana, y de tantas otras mujeres, recuerdan que estas muertes no son hechos aislados ni tragedias inevitables.
Las universidades tampoco están exentas de estas violencias. En ellas persisten estructuras patriarcales que reproducen acosos, abusos de poder, discriminación y desigualdades en el trabajo y el estudio. Asi lo demuestra una investigación reciente de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) donde se expresa que el 42,7 % del estudiantado ha escuchado comentarios discriminatorios vinculados al género, identidad u orientación sexual, mientras que el 27 % ha presenciado o conoce actos de discriminación por estas mismas razones. Asimismo, el 12,9% de lxs estudiantes manifestó haber sufrido violencia directa de alta intensidad por motivos sexo-genéricos. El 10,4 % expresada en gritos e insultos y el 2,5 % a través de agresiones físicas como empujones o golpes. Además, el 5,4 % señaló haber atravesado situaciones de acoso sexual dentro de la Universidad. De manera mayoritaria, quienes ejercen estas conductas son docentes varones (57,2 %) y estudiantes varones (54%), lo que pone de relieve la persistencia de relaciones de poder desiguales que requieren una intervención institucional sostenida y con perspectiva de género. Aunque es dable reconocer los avances conquistados, es indispensable seguir fortaleciendo las áreas de género y diversidad, los espacios de acompañamiento y prevención, garantizando recursos y continuidad para construir universidades libres de violencias.
Como comunidad universitaria, y ante un Estado que profundiza la vulnerabilidad, asumimos un rol central en esta disputa. Los recortes en la educación pública afectan directamente los programas de abordaje de las violencias. Defender lo conquistado y sostener la docencia, la investigación y la extensión con perspectiva feminista es clave para hacer del conocimiento una herramienta de transformación y resistencia.
En este #25N, invitamos a toda la comunidad de Sociales a participar de las actividades programadas y a movilizarnos. Frente a un contexto de creciente desigualdad, empobrecimiento y embate antiderechos, multiplicamos nuestras redes de cuidado y sostén, exigimos políticas públicas con financiamiento real que protejan y atiendan a quienes atraviesan violencias, y reafirmamos que las aulas deben seguir siendo espacios de resistencia, solidaridad y construcción feminista. Políticas públicas que aborden las masculinidades, en tanto son mayoritariamente varones quienes las ejercen. Necesitamos abrir espacios donde puedan revisar sus prácticas, asumir responsabilidades y construir otras formas de vincularse. Nombrarlo no es señalar a individuos, sino trabajar sobre un modelo que afecta a toda la comunidad y que necesitamos transformar colectivamente.
¡Ni una menos! ¡Vivas, libres y desendeudadas nos queremos!
*Imagen: María Fernanda Espejo

