20 / Noviembre / 2018

El jueves 15, como cierre del segundo día de la VI RENIJA, se realizó el Panel  "La Reforma universitaria de 1918: pasado, presente y futuro de la participación juvenil en Argentina", a cargo de Diego Tatián (FFyH-UNC) y Sergio Balardini (Universidad Nacional de Hurlingham). Fue coordinado por Andrea Bonvillani, quien en su presentación resaltó la importancia de repensar la Reforma del 18 cien años después, recuperando la memoria de los/as jóvenes estudiantes universitarios en Córdoba. 

Sergio Balardini expuso acerca de "El 'juvenilismo' de los jóvenes del 18. Contrastes con el presente”, quien resume la propuesta de su intervención en el siguiente video:

 

En primer lugar, abordó el contexto y las trasformaciones a nivel social, cultural, histórico y científico de la época, partiendo de la idea que una de las vertientes de la Reforma fue una concepción juvenilista. Estas transformaciones plantearon un escenario que permitió repensar y motorizar nuevas posiciones políticas y filosóficas, pero también permitió observar “lo cotidiano”, las formas de vida de lo común.Así, repasó las posiciones y pujas ideológicas que existieron en las raíces juvenilistas de la Reforma de José Enrique Rodó, cuyo énfasis estuvo en la propuesta de pensar no sólo a los jóvenes como protagonistas sino en romper con las bases del consumismo y la nordomanía como adhesión a la cultura estadounidense; de Ortega y Gasset, quien pensaba a los jóvenes bajo la idea de “motor” transformador; y de José Ingenieros, quien estableció una ruptura  entre la idea de los jóvenes como el “presente” y los viejos como el “pasado” y pensó a la juventud como redentora en tanto generación que no ha tenido tiempo de contaminarse. También, sugirió una “revolución americanista, de nacionalidad continental y latinoamericana.

Más allá de las diferentes perspectivas, las propuestas de la época confluyeron en un llamado generacional y juvenilista en el cual los/as jóvenes resultaban portadores de una nueva moral y ética, “incontaminados”, se establecían contra estructuras conservadoras y el conocimiento era concebido como una herramienta para transformar la realidad. Asimismo, compartían una “esperanza en el futuro” bajo la proyección de una revolución americanista, antimercantilista y antimperialista, y con un claro reclamo de justicia, democracia e igualdad.

Finalmente, planteó que hoy también nos encontramos en contextos de grandes trasnformaciones: una creciente revolución feminista, nuevos descubrimientos científicos, un proceso de aceleración del conocimiento, cambios tecnológicos de alta incidencia como la digitalización y la robotización, entre otros. Y también los/as jóvenes actuales presentan un nuevo juvenilismo, tanto a nivel cultural, presentista y consumista, extendido al mundo de los adultos, con ideas asociadas al solucionismo tecnológico, profesionalista y con la persistencia de ciertas estructuras conservadoras. En relación al futuro y la proyección actual, las juventudes luchan por una sociedad más igualitaria, ya sea en relación al género, la sostenibilidad ambiental, el reconocimento de la diversidad, la democracia participativa, y una nueva potencia imaginativa.

Diego Tatián, comenzó su presentación “La Reforma universitaria como acontecimiento emancipatorio" a través de la pregunta ¿cómo vincularnos con el legado reformista?, explicitando que el significado de la Reforma no es un hecho del pasado sino del futuro, algo que es necesario buscar y construir.  En ese sentido, planteó que "hemos perdido la reforma de un doble sentido: en primer lugar, mediante una domesticación, reduciéndola a un hecho pedagógico interuniversitario", lo cual deriva de una autointerpretación y de un vaciamiento ideológico. El primer desafío resulta entonces restituirle un contenido ideológico y político. En segundo lugar, la Reforma se ha perdido en tanto es necesario repensarla como un proceso de varios años, una revuelta estudiantil que incluyó otras luchas sociales y que involucró una alianza obrero/estudiantil; una lucha común contra la oligarquía de Córdoba. En ese sentido, el desafío es restituir el contenido emancipatorio.

La propuesta consiste entonces en pensarla como acontecimiento y anacronismo, considerando la potencia crítica de ambas nociones. Pensar la Reforma como acontecimiento -entendiéndolo desde la conceptualización que propone Alan Badiou y bajo el interés de pensar el tiempo como un problema filosófico- implica pensarlo como núcleo de la política, como aquello que rompe con la idea del saber y comienza a "ser"; que produce su propio sujeto y se construye a así mismo; como aquello que no se explica por la historia, sino que permite explicarla.

La anacronía o inactualidad implica, en palabras de Tatián, recuperar las memorias perdidas y hacer una arqueología política, pensándola como objeto de estudio pero también como inspiración militante. Esto es, la Reforma como un acontecimiento anacrónico que implica interpelar también la universidad para repensar y resistir a la época actual del neoliberalismo: las políticas orientadas al desfinanciamiento de la educación pública, el desmedro de docentes, el desplazamiento de las ciencias sociales humanan actuales  en pos de realzar disciplinas que "impacten",  entre otros ataques a la universidad pública. Es decir, "pensar la Reforma como un acontecimiento emancipatorio y crítico".