Se realizó el primer taller “Transición(es) energética(s): debates, narrativas y alternativas comunitarias” el pasado miércoles 11 de agosto en la Facultad de Ciencias Sociales. Dicho espacio se encuentra en el marco del trabajo articulado entre el Voluntariado Universitario SPU “Voces en transición energética” y el Proyecto de extensión ENERGÍAS VIVAS: diálogo de saberes para la construcción de alternativas sobre transición energética en la región de Traslasierra.
La iniciativa surge a partir de la articulación entre diversas unidades académicas de la Universidad Nacional de Córdoba, como la Facultad de Ciencias Sociales; de Ciencias de la Comunicación; y de Arquitectura, Diseño y Urbanismo; y la Escuela de Nutrición. A su vez, los proyectos cuentan con el apoyo y acompañamiento de diversos institutos de CONICET, entre los que se encuentran el Instituto de Estudios en Comunicación, Expresión y Tecnologías; el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad; y el Centro Experimental de la Vivienda Económica. En ese marco venimos reflexionando junto con organizaciones de la región noroeste de nuestra provincia, particularmente con el grupo de trabajo comunitario “Nuestras Granjas Unidas”, en torno a las diversas estrategias y disputas en el acceso, uso y control de la energía para la sostenibilidad de la vida y la producción rural-campesina.
El taller se estructuró en dos grandes momentos. El primero, a cargo de la Dra. Cecilia Michelazo y Lic. Daiana Geremia, quienes abordaron desde una perspectiva crítica, histórica y situada la crisis multidimensional que estamos viviendo y las distintas maneras de entender las transiciones energéticas o ecosociales. Para ello se realizó un recorrido histórico para situarnos en el capitalismo contemporáneo, entendiendo así los distintos debates, perspectivas y la geopolítica de la energía. Al finalizar esta instancia se propició un debate entre quienes estaban presentes respecto a lo expuesto, propiciando el diálogo entre las diversas perspectivas. En el segundo, a cargo de la Lic. Guadalupe Huerta; la Mgtr. María de los Ángeles Ordóñez, Romina Soria y Luciana Andrada, integrantes de Nuestras Granjas Unidas. En esta instancia se presentó el territorio de la Pampa de Pocho y la cartilla “Energías Vivas”, abriendo reflexiones sobre las desigualdades energéticas que enfrentan cotidianamente las mujeres rurales y cuerpos feminizados. Tambien se dio visibilidad a los modos de gestión comunitaria que se tejen en estos territorios, que se alzan como alternativas comunes y comunitarias para una transición justa, situada y feminista.
Algunas reflexiones que emergieron del debate se relacionan con la crisis energética actual, marcada por la dependencia de combustibles fósiles. La misma se enfrenta a propuestas de transición hacia energías renovables que, desde una perspectiva crítica, deben ser evaluadas como posibles "falsas soluciones" dentro del sistema de producción capitalista. Este enfoque exige cuestionar no solo las tecnologías presentadas como “salvación”, sino también el origen y las premisas de la ciencia moderna que las fundamentan, poniendo en el centro la relación entre tecnología, naturaleza y territorios. Es vital repensar el uso energético desde los contextos locales, pero con una visión global, reconociendo que compartimos un planeta interconectado.
A su vez, se planteó que la crisis energética actual y la búsqueda de soluciones, como la adopción del litio para baterías en la industria automotriz, abren un debate sobre el modelo de negocio detrás de estas tecnologías. La creciente demanda de litio y la disputa entre potencias mundiales ocultan el hecho de que los autos eléctricos, lejos de ser una solución limpia, requieren muchos más minerales que los vehículos tradicionales. En territorios como la Pampa de Pocho, la tecnología fotovoltaica ha facilitado el acceso a la electricidad y mejorado el manejo de recursos locales, pero debemos preguntarnos: ¿el interés está en ampliar mercados y maximizar ganancias, o en promover una transición energética que realmente sostiene la vida, tanto en zonas rurales como urbanas?
Se acordó en que es necesario pensar la energía de manera integral, reconociendo cómo reproduce órdenes sociales que son no solo materiales, sino también simbólicos y afectivos. Desde una perspectiva feminista, es clave abordar su dimensión política, integrando tanto la esfera productiva como la reproductiva. En este marco, algunas familias del territorio abordado, tras años de lucha, han logrado acceder a la energía eléctrica, un avance que visibiliza la importancia de vincular las luchas por recursos con las dinámicas de poder que afectan tanto la vida cotidiana como las relaciones comunitarias.
En el debate se remarcó que la avanzada del capital agrario y la mercantilización de la vida, profundizada por las políticas del gobierno nacional, imponen crecientes violencias sobre los cuerpos y territorios rurales. Las graves problemáticas de salud derivadas del uso de agrotóxicos, junto con la creciente distancia para acceder a servicios básicos como salud, educación, alimentos y energía, agravan la situación de las comunidades. Esta realidad se ve aún más afectada por la falta de transporte público adecuado y el aumento del costo de vida, lo que, sumado a la sobrecarga de trabajo, dificulta el encuentro y la organización entre vecinos y vecinas.
Finalmente, se considera de gran importancia fortalecer estos encuentros y el debate colectivo, interdisciplinario y transdisciplinario entre la universidad y las organizaciones territoriales para seguir pensando y reflexionando sobre posibles dimensiones a tener en cuanta para caminar hacia una transición energética situada y feminista. Proceso que además de incluir aquellas voces históricamente silenciadas, precisa de una perspectiva crítica frente a este sistema energívoro y necrocapitalista con el fin de promover Energías Vivas.
Puedes descargar aquí la cartilla “Energías Vivas”