05 / Abril / 2021

 

Guerra sucia: Malvinas
Por Roberto Martínez
Comisión de DDHH Facultad de Ciencias Sociales

A 39 años, la guerra de Malvinas aún sigue sucitando silencios. En la memoria apenas si quedan restos de la significación real de la guerra que los militares argentinos desencadenaron en las islas. Una guerra que, progresivamente, ha sido incorporada como la fecha de una batalla más en la serie de gestas que marcan la cronología de nuestra historia. Para Héctor Schmucler, “aunque contenga parte de verdad, también resulta simplificadora la idea de que la guerra de las Malvinas fue una pura maniobra de la desfalleciente dictadura para lavar su imagen, luego del desenfreno criminal que había mostrado durante la “guerra sucia” en la que estuvo ocupada durante los años anteriores”.

Las atrocidades de la guerra, solo pueden comprenderse desde el horizonte conceptual del terrorismo de Estado argentino, desde la lógica de las FF.AA. que tomaron el poder en 1976 y que configuraron las posibilidades de un discurso que, en algunos de sus sentidos, aún está deconstruyéndose; un relato instalado en la memoria colectiva del terror contra el que aún hay que disputar sentidos.

Los hechos de violación a los DD. HH., de torturas y vejaciones a soldados conscriptos en las islas durante la guerra, con la misma lógica y el mismo modus operandi que en la lucha contra “la subversión” aplicada en el continente, es uno de los silencios en relación a Malvinas. Es algo que a la sociedad le incomoda y elige no hablar: como si denunciar soldados estaqueados, obligados a sumergirse en los pozos con agua helada, dejados sin alimentos ni abrigo, golpeados y humillados por sus oficiales, traspolara lo detestable de esa condición humana a la causa de Malvinas; a la valentía de los soldados argentinos, y lo peor, a los excombatientes o a los caídos.

Esta escisión entre el ámbito de la reivindicación de guerra desde los argumentos de la “causa justa” y las condiciones históricas/materiales/políticas de su realización es fundacional. Aislar la guerra de Malvinas de su anclaje histórico (el Proceso de Organización Nacional en el poder actuando criminalmente con los medios del Estado para la desaparición sistemática de personas) ha sido parte de las contradicciones y ambigüedades sostenidos por la Junta, por la sociedad civil, partidos políticos, gremios y agrupaciones que apoyaron la declaración de la guerra el 2 de abril de 1982 y mantenido en esa inscripción por muchos años.

Tuvieron que pasar 25 años, para que recién en 2007, al calor de las políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia y de la reapertura de los juicios contra los represores, se comenzara a hablar de Malvinas en clave de DD. HH. Así, en el Juzgado Federal de Primera Instancia de Río Grande, a cargo de la Dra. Lilian Herraez, se presentaron las primeras denuncias de soldados torturados por los militares de rango, en el mismo terreno de combate. A partir de entonces se presentaron más de 120 denuncias de soldados torturados, con más de setenta oficiales y suboficiales acusados por delitos de Lesa Humanidad, lo que le daría carácter de imprescriptibles.

Tantos años de negación en el ámbito de la justicia impidieron asumir que en Malvinas se reprodujeron las mismas prácticas clandestinas de un Estado terrorista. Al tiempo que encubrieron que en Malvinas estuvieron Mario Benjamín Menéndez, Alfredo Astiz, Omar Edgardo Parada, Pedro Giachino, Horacio Losito, Jorge Guillermo Díaz, Emilio Jóse Samyn Duco, Rodolfo Cionchi, Juan Carlos Rolón, Juan Carlos Camicha, Jorge Raúl Masiriz, Antonio Pernías, entre otros y que ellos son los mismos, no son otros, que torturaron en la ESMA, en La Perla o en La Escuelita de Famaillá.

La cohesión que exige Malvinas, en tanto causa nacional, impone un mandato que limita todo abordaje crítico. Todo debate profundo sobre el accionar del Estado terrorista en la guerra.

En este escenario, el trabajo de las Ciencias Sociales se traza en el desafío por entender y visibilizar el proceso y las secuelas de un conflicto que hoy sigue tras velos oscurecedores que imposibilitan comprender cómo fue posible.

 

Mujeres y Malvinas: Memorias como esquirlas
María Elena Otero (CEA-FCS)
helenoteroarg@gmail.com

Con la llegada en el calendario del 2 de abril y una nueva conmemoración del inicio de la guerra de Malvinas, les propongo reflexionar sobre este acontecimiento desde las márgenes, es decir desde participantes que muchas veces se encuentran invisibilizadas en los conflictos bélicos: el rol de las mujeres en la guerra de Malvinas.

Con “actores en las márgenes” entendemos a aquellos/as protagonistas que fueron escasamente abordados por los estudios académicos.  La historiografía oficial, en general, se encargó de reproducir eventualidades, hechos y acontecimientos que fueron marcando la trayectoria de la Causa Malvinas pero desde una mirada unívoca.  En esta medida, se dejaron de lado acciones y luchas de otros actores que no fueron reconocidos o fueron considerados de menor relevancia frente a quienes escribían lo ocurrido en la guerra, dejando de lado otras percepciones de los hechos. Entre estos grupos minoritarios encontramos, por ejemplo, a la comunidad judía, personas transgéneros, pueblos originarios y las mujeres, entre otras protagonistas históricas invisibilizadas.

Paralelamente, las investigaciones en clave de género se han instalado en las agendas de diferentes áreas de los estudios sociales, aunque el papel de las mujeres durante la guerra de Malvinas es, por lo pronto, raramente mencionado.  Es por ello que estudiar la historia reciente desde una perspectiva de género permite analizar memorias que durante años fueron excluidas en los relatos masculinizantes sobre el pasado. Por eso, no solo se trata de recuperar narrativas y testimonios de Malvinas, sino fundamentalmente, analizar el pasado reciente desde un lugar descentrado, alejado de las versiones estatuidas del estudio sobre la guerra. 

En los últimos años se delinearon cambios en las condiciones de producción discursiva de las mujeres que permitieron que sus memorias pudieran ser no sólo inscriptas sino también escuchadas en el espacio público. De esta manera, múltiples y diversas experiencias comenzaron a emerger en torno a la guerra. La construcción del testimonio permite romper con el discurso unívoco y androcéntrico sobre Malvinas y comenzar a escuchar otro relato plagado de voces únicas, distintas… Madres, hermanas, parejas, hijas…también madrinas de guerra y voluntarias. También enfermeras profesionales y estudiantes de enfermería que asistieron a los heridos en el continente y en busques hospitales. Así como las únicas tres víctimas civiles de la guerra: mujeres isleñas que murieron bajo fuego británico. Historias de mujeres que participaron en el conflicto armado de 1982 y que son esenciales para comprender silencios/entramados sociales, culturales, estatales y personales.

Aún faltan memorias que narrar, memorias que -cual esquirlas- continúan atravesando cuerpos y mentes de mujeres de Malvinas. Ellas están allí, en nuestros barrios, en nuestras calles, aguardando la pregunta esperada por años: “¿Cómo viviste la guerra?”. Que estas nuevas voces del conflicto bélico de 1982 nos posibiliten comprender con otra mirada nuestra historia reciente y así construir nuevas prácticas de resistencia y soberanía.


Estudiantes de enfermería en la Base Naval Puerto Belgrano (Fuente: Dora Ruiz)

 

Malvinas y la política exterior de guerra de la Junta militar
Por María Teresa Piñero
Profesora e Investigadora. Titular de la cátedra “Estudios sobre Regionalización e Integración” FCS

Se afirma  que cuando los militares a cargo del poder en Argentina decidieron la recuperación de las islas Malvinas por medio de la guerra, basaron su estrategia política en la certeza de que el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca)  iba a ser un escudo que comandaría EEUU para proteger a la Argentina contra el avance de  Inglaterra. Claro que no por solidaridad-la geopolítica militar no incluye este concepto-sino como una posibilidad que Argentina le ofrecía a EEUU de seguir ejerciendo su liderazgo en la región. Lo que aumentaría su poder duro y blando (ideológico) en el mundo. Así mano a mano se conduciría el tema Malvinas

Esto en realidad era una lectura errada de lo que implicaba el juego de la Guerra Fría de la época que instalaba la dimensión de lucha por la hegemonía entre EEUU y Rusia en sus áreas de influencia,     como vector de sus políticas exteriores.

América latina era consideraba por EEUU parte de sus satélites y el TIAR fue interpretado en ese contexto. Era obvio que EEUU privilegiaría la OTAN por encima de aquél ya que la OTAN era el pie europeo de su sistema de seguridad y defensa. Así sostenía Guevara Arce (1982, 23)  “Es más importante porque la frontera militar de los EE.UU. en el Este - el más probable campo de batalla en una confrontación con la Unión Soviética - está en Europa. Inglaterra y la República Federal de Alemania son países claves en esa frontera. El Reino Unido ha hecho valer esa circunstancia para cobrar, por anticipado, a los EE.UU. en el conflicto de las Malvinas, el precio que pudiera tener que pagar, a su vez, en el caso de una confrontación armada entre las dos superpotencias”.

No se trataba sólo de una lectura errada de los militares  sobre la amistad de Argentina y  EEUU (Galtieri lo definió como “traidor”) sino sobre el propio funcionamiento del régimen  internacional  de la época, que entre sus amenazas  “prohibía el uso de la fuerza para los pequeños y medianos Estados” (Puig, 1982), algo que Argentina había violado claramente. Como sostenía Juan Carlos Puig ese era otro criterio más que ordenaba a los Estados a subordinarse al orden internacional en el que primaban las alianzas entre Estados poderosos.

 En el régimen internacional el lugar reservado a los Estado periféricos era el destino de seguir siendo Estados coloniales, con élites gobernantes con mentes disciplinadas por su destino colonial incapaces de pensar políticas más allá de la subordinación.  Los militares confundían la estrategia de recolonización continúa  de Estados Unidos hacia Argentina con “alianza estratégica” entre  esos dos países.  Y si bien la guerra fue imperdonable, también lo es que se pensara que Argentina por su condición atribuida de colonia no tenía derechos de soberanía  sobre una  colonia británica.

- Guevara Arce W (1982) “El TIAR a la luz del conflicto de Malvinas” en Revista NUEVA SOCIEDAD NRO. 62 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1982.

- Puig, Juan Carlos (1982) “Introducción” en Puig Juan Carlos (comp.)  América Latina:  Políticas exteriores comparadas. Tomo I. GEL ed.