Recientemente conocimos que el Profe Esteban Torres se incorporó a este prestigioso instituto internacional. En esta nota, le propusimos que comparta mas ampliamente este hito que parece, en principio, personal pero que forma parte de movimientos mas globales dentro del campo de las Ciencias Sociales y cómo dialoga con nuestra Facultad y su respectiva comunidad.
¿Qué significa tu incorporación al Instituto de Investigación Social de la Universidad Goethe de Frankfurt?
Intuyo que mi integración en el Instituto de Investigación social (IfS) no se puede explicar si no se toma en consideración los cambios que al parecer se vienen acentuando en el campo mundial de las ciencias sociales en los últimos años. Tengo la impresión que la agenda mundial de las ciencias sociales, que incluye la agenda particular de la sociología crítica alemana, viene prestando una mayor atención a las problemáticas sociales y a las visiones provenientes de América Latina y del conjunto de la periferia mundial. Creo que Stephan Lessenich, como nuevo director del IfS, asume una posición de vanguardia, bastante visionaria a mi entender, en relación al nuevo protagonismo intelectual de nuestra región. Esta auspiciosa realidad académica que se expande desde abajo hacia arriba contrasta con la dificultosa situación económica del continente. Hay múltiples ejemplos que podrían ilustrar la existencia este nuevo tiempo latinoamericano. Por lo tanto, creo que mi nueva posición en Frankfurt es una manifestación más -con su modesta singularidad- de esta oleada latinoamericana ascendente.
En segundo lugar, creo que mi incorporación al IfS se inscribe en el marco de un reconocimiento más general a las nuevas trayectorias orientadas a la creación autónoma de teorías sociales desde América Latina, con capacidades diferenciadas para explicar dinámicas mundiales. Este criterio de valorización global del IfS, centrado en la creación antes que en la mediación, en la traducción o en la directa reproducción teórica, no necesariamente es el que domina en la academia del Norte, y menos aún en los centros intelectuales líderes. En cualquier caso, el IfS, siendo uno de los centros de pensamiento crítico más prestigiosos del mundo (sino el más prestigioso), demuestra una apertura ambiciosa y democrática a las actuales tendencias de producción autónoma de conocimiento social en el mundo. De este modo, y dadas las fuertes corrientes reproductivistas que aún subsisten en América Latina, creo importante señalar que Frankfurt no me está convocando a participar como un difusor ingenioso de las ideas que allí se están produciendo, sino más bien como un productor latinoamericano de ideas y de teorías fuertemente localizadas, arraigadas en la historia social de nuestra región, en el marco de una expectativa de diálogo mundial. Creo que Stephan Lessenich, como director del IfS, me está invitando a sentarme en la mesa de la familia frankfurtiana para avanzar en la creación conjunta de una ciencia social mundialista, multilocalizada, partiendo de la valoración de los esfuerzos de creación teórica y de investigación social crítica que vengo y que venimos desarrollando colectivamente desde la UNC, CLACSO y CONICET. Se trata de un nombramiento que a todas luces me trasciende, en tanto mi incipiente trayectoria remite por tradición al núcleo del pensamiento critico latinoamericano. Una tradición robusta y accidentada de la cual me siento un humilde heredero, o quizás mejor dicho un actualizador. Por supuesto que mi nueva posición en el IfS también me implica reavivar el profundo interés que siempre tuve por la teoría crítica alemana, particularmente porque la izquierda alemana conforma el ADN de la corriente intelectual más soberanista que conseguimos desarrollar en la historia de América Latina. Sin Karl Marx no existirían las obras que conocemos de Adorno, Horkheimer, Marcuse, Habermas, pero tampoco las producciones de Abelardo Ramos, Zavaleta Mercado, Cardoso, Faletto, Aricó, Lechner, Furtado, Mariategui, Haya de la Torre, Scalabrini Ortiz, entre muchos otros. Esta lista hoy merece revisarse porque increíblemente, como se constata, no incluye mujeres.
¿Qué implicancias tiene para su labor como docente e investigador?
Creo que en lo inmediato esta nueva posición implica mayores niveles de exigencia respecto a la amplitud de las investigaciones sociológicas que desarrollo, a las interlocuciones internacionales que necesito establecer para trabajar, y muy probablemente conlleve exigencias adicionales respecto al volúmen de producción. Habrá que investigar más y mejor, inserto en un entramado de colegas, instituciones y actores sociales más extendido. Quizás también aumenten las presiones para publicar en mayor cantidad. Esto último no necesariamente es positivo, pero calculo que puede suceder más allá de mi voluntad. El ingreso al mítico hogar de la “Escuela de Frankfurt” lo experimento como una invitación a redoblar la militancia científica comprometida, a partir de un horizonte definitivamente político. Por lo tanto, para poder estar a la altura de las expectactivas que acarrea este nombramiento, comenzando con el aguijoneo de mis propias autoexigencias, creo que debería aumentar mi dedicación a la investigación. En términos prácticos, aún no consigo imaginarme como este plus de trabajo podría efectivizarse en el marco de mis exigidas rutinas actuales. Por supuesto también crecen las motivaciones para el sacrificio intelectual. Me imagino este momento como un nuevo punto de partida. Lo siento así. Como un nuevo comienzo. Cuando hablo de militancia científica, no estoy pensando en robustecer una torre de cristal ni en bucear en un mar de abstracciones. Al igual que Stephan Lessenich, tengo en mente, como una obsesión, el desarrollo de una interfaz entre la ciencia y la sociedad en que vivimos. Desde mi óptica, si el trabajo sociológico no genera efectos colectivos de algún tipo en las comunidades territoriales, es una sociología muerta. En cuanto a la docencia, esta incorporación en Frankfurt puede implicar una mayor renovación de los contenidos ofrecidos y una mayor problematización de los temas abordados. Mientras más investigamos, creo que mejores pueden ser las clases que conseguimos ofrecerles a los/as estudiantes. Sostengo tal premisa sin perder de vista tres aspectos elementales: que un mayor conocimiento no produce una mejor pedagogía, que la creatividad pedagógica es completamente central para la docencia, y que la interacción con los/as estudiantes es una fuente permanente de aprendizaje para todos/as nosotros/as. Finalmente ellos/as, los/las estudiantes, constituyen la razón de ser más palpable de nuestro trabajo.
¿Puede ser entendido como un reconocimiento al campo de estudios y a las trayectorias latinoamericanas?
Absolutamente, tal como señalé arriba. No hay que caer en la fantasía narcisista de pensar que se trata de un reconocimiento exclusivamente individual. Los méritos individuales existen, sí, pero la meritocracia es una ideología perversa. Creo que un acontecimiento de esta naturaleza, que implica un movimiento creativo de la periferia académica al centro, no hubiera sido posible hace un par de décadas atrás. Junto a ello, creo que la comunidad actual de la Facultad de Ciencias Sociales, a partir del aporte de las prestigiosas instituciones, posgrados y tradiciones que la compone, viene cultivando desde el retorno a la democracia una fecunda identidad latinoamericana que hoy creo que se constituye en uno de sus activos principales. Se trata de un esfuerzo reconstructivo que me antecede en buena medida, que fue realizado a lo largo de los años por un colectivo de colegas y estudiantes militantes, politizados, y sin los cuales creo que hoy no sería posible este encuentro con Frankfurt.
¿Permite pensar articulaciones institucionales de algún tipo con la Facultad de Ciencias Sociales?
Por supuesto que sí. A priori no hay restricciones de ningún tipo para avanzar en diferentes proyectos de cooperación. Ojalá que la comunidad de la Facultad de Ciencias Sociales, a la cual admiro en su diversidad y de la cual soy un integrante orgulloso, pueda ser un motor central de esta nueva experiencia de diálogo mundial y de producción de conocimiento situado. A modo de cierre, me parece importante resaltar que mi incorporación en el IfS es un evento que se suma a muchos otros acontecimientos y actividades académicas, realmente muy potentes, que se producen de forma permanente en nuestra Facultad.