07 / Noviembre / 2018

Ayer en la FCS propuso complejizar el debate en torno a la presencia y el accionar de la Gendarmería Nacional en la ciudad de Córdoba. Por ello, junto a Claudio Orosz, Luciano Debanne, Liliana Córdoba y Valeria Plaza se desarrolló el Conversatorio “Documentos, por favor. ¿Qué podemos hacer con la  intervención de Gendarmería Nacional en las calles de Córdoba? con el propósito de promover un espacio de diálogo y construcción de pensamiento colectivo, que promuevan estrategias de intervención en el espacio social marcado por la violencia y el miedo.

En los últimos días se conocieron operativos en donde Gendarmería Nacional  realizaba controles a pasajeros/as en transporte público de la ciudad de Córdoba. Estos controles, se suman a los puestos fijos y controles vehiculares que esta fuerza viene realizando desde abril de este año en el marco de un convenio de cooperación entre las fuerzas de seguridad locales y nacionales, que habilita a la Policía Federal y la Gendarmería estar presente en operativos en el territorio provincial.

Esto generó un debate en la sociedad, por un lado se planteaba un repudio al accionar de la fuerza, y por otro, se sostenía que era necesaria para poder garantizar seguridad a la ciudadanía y devolverles la posibilidad la circulación sin temor a ser víctimas de delitos. Y los invitados y las invitadas al conversatorio expuestos diferentes aristas del tema:

Claudio Orosz (abogado especializado en Derechos Humanos, querellante juicios de lesa humanidad) realizó un recorrido histórico por diferentes momentos y concepciones en torno al rol de las FFAA en nuestro país. Así se refirió primero a doctrina de seguridad nacional se basaba en la necesidad de construir un enemigo interno y luchar con él mediante una guerra de inteligencia (en el 60 fue el comunista y en el ´70 fue el subversivo) basada en la obtención de información bajo tortura y luego de ello ese enemigo era desechable. Luego en años de Alfonsín se caracterizaron por adoptar una tajante doctrina que separaba la ley defensa nacional (donde las FFAA solo pueden actuar por conflictos externos y no pueden actuar ni en la inteligencia ni en la seguridad interna) y la ley de seguridad nacional.

Según el letrado, esta división tajante con lo que respecta a la seguridad interna caracterizó todos los períodos democráticos, “pero hace un tiempo que se viene alertando que la política de los EEUU hacia el hemisférico occidental es difuminar esta clara diferenciación que en nuestro país estaba legalizada”. Y en los dos últimos años esta doctrina que viene instalando en Argentina a pasos agigantados, tanto que “las FFAA ya tienen a su cargo ciertas tareas que según la ley de defensa no podrían tener”.

En tanto, destacó que hay una fuerte tarea simbólica de reinstalar la idea de que las FFAA puedan operar en los conflictos internos pese a no ser “una medida de seguridad democrática”. Así estas campañas de ley y orden funcionan exclusivamente propaganda y no atacan los niveles de delincuencia o inseguridad, concluyó.

Posteriormente, Valeria Plaza (docente FCS y coordinadora Programa “Seguridad y Derechos Humanos” de la Sec. Extensión de la FCS) trató puntualmente la intervención de Gendarmería Nacional en el territorio de Córdoba. Así comentó que en abril cuando se firmó el convenio, la FCS se posicionó en el Consejo Directivo con preocupación ante el otorgamiento de responsabilidades a la Gendarmería Nacional en la provincia pero sin la especificación de las atribuciones ni el órgano de control. 

Plaza plantea que los argumentos en torno a la autoridad de la norma, son una buena herramienta para pensar la intervención en el ámbito de la justicia. Pero son insuficientes para dialogar con los sectores sociales que se expresan en las calles, el barrio y también en los medios de comunicación.  

En las ciudades violentas y con índices delictivos altos donde hay un fuerte temor a la inseguridad, el Estado puede hacer dos cosas: Por un lado, contrarrestar los temores a través de una seguridad democrática, sumar al ciudadano a la participación comunitaria y la inclusión social. O sino un Estado que fomente ese miedo con políticas de seguridad, urbanísticas y sociales de segregación. Este último diagnóstico puede hacerse para Córdoba, Argentina y América Latina (salvo excepciones).

La propuesta pretende “complejizar lo que puede o no puede hacer, para visibilizar lo que viene haciendo en este último tiempo, también desde una lectura más política”. En este sentido, la docente expone que las coincidencias en los abusos, las arbitrariedades e ilegalidades en el territorio y la continuidad en los problemas que se proponían reducir (narcotráfico, violación de los derechos de los jóvenes, tasas delictivas) pueden  funcionar para construir esos argumentos que nos permitan dialogar con sectores que legitiman estas intervenciones.

Por su parte, Liliana Córdoba, docente de la FCS y de la cátedra “Comunicación y Política” FCC realizó un análisis desde el campo de la comunicación y política y aportar una mirada para entender que están haciendo los medios de comunicación en relación a estos temas.

De manera, expuso en primer lugar la necesidad de reconocer y contextualizarnos como una sociedad mediatizada donde nuestras experiencias son mediatizadas, donde todas las formas de interacción con otros (coordinar acciones, compartir, conversar e interactuar) están mediadas cada vez más por las TICS. Y, esto continúa nuestra manera de pensarnos como sociedad. La experiencia mediatizada entonces es cuando un tema tan sensible se termina convirtiendo en asunto de todos, conversado por toda/os y visible para toda/os. “Y de esta mediación técnica ninguno de nosotros está afuera, es un proceso social mucho más profundo y de largo alcance, es una forma en la que todos estamos habitando y viviendo nuestra ciudades (…) Son cada vez más un medio ambiente”, explicó.  

En el mismo sentido, esta dinámica va marcando nuestra forma de conversación pública y cada vez más están atravesadas por los textos mediáticos. Éstos son centrales como recursos para el pensamiento, para el juicio y para la acción, pero la lógica de los medios generalmente apunta al caso, a lo espectacular, a lo binario, lo poco complejo, y allí, los matices, los grises y los silencios no tienen mucho espacio”,.

Finalmente, comentó lo sucedido en clase en la Facultad de Comunicación cuando se conoció la noticia de los Gendarmes en el colectivo, cómo los y las estudiantes se animaron a contar y hablar sobre el miedo, las paradojas de la inseguridad, la desprotección, una alumna contó sobre la muerte de un compañero de su murga y cómo se puede pedir justicia en ese caso.  Ese día, el aula se convirtió en un ámbito de escucha, un lugar donde se pudo conversar “desde un dolor que siempre hay atrás de un miedo, y así poder generar cosas”. Y así resaltó la imperiosa necesidad de recuperar los espacios de conversación y a las aulas como lugares de escucha.

El cierre del conversatorio fue con la lectura de los poemas de Luciano Debanne (publicados en La Tinta y en sus propias redes sociales) que escribió luego del video que circuló sobre la Gendarmería en un colectivo en Córdoba. Asimismo expresó algunos desafíos de quienes ejercen el oficio de la palabra: Por un lado, usar la palabra cuando la estrategia es construir un miedo que nos silencie. Por otro, debatir y discutir genuinamente con los que no piensan como nosotros pero también hablar con los próximos, con “los nuestros”. Otra tarea es sentar posición, poder decir “yo creo en eso”, “yo estoy en desacuerdo con esto” aunque no vaya a transformar la opción del otro y romper con el círculo de silencio. 

Y por último, “hay que prestar las palabras a otros” el sentimiento predominante no es el enojo ni la angustia sino la incertidumbre, “ser capaces de nombrar aunque sea elípticamente, algunas cosas que suceden, hacer el intento de poner nombre a algunas cosas que son innombrables o que no sabemos cómo nombrarlas” para colaborar una densidad política y teórica de la palabra.