11 / Abril / 2019

#SocialesConstruye #AgendadelaMemoria

El pasado miércoles 3 de abril en el marco de la “Semana de la Memoria”, organizada por la Comisión de Memoria, Verdad y Justicia de la FCS, se desarrolló el cierre de las actividades conmemorativas en torno al aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

En un aula colmada de familiares de las víctimas de la dictadura en nuestra Facultad, autoridades, estudiantes, docentes y nodocentes de Sociales se abrió el panel “A 43 años del Terrorismo de Estado: Memoria y Ciencias Sociales: un campo en construcción” del cual participaron Ludmila da Silva Catela y Nora Britos haciendo un recorrido por los hitos que desde la vuelta a la democracia fueron marcando los estudios sobre memoria: el nacimiento de la organización HIJOS, la apertura de los museos de Memoria en el país, los trabajos del Equipo de Antropología Forense, el inicio de los juicios por delitos de lesa humanidad, entre otros.

 

Catela remarcó la importancia que en 2003 empezaron a tener las políticas públicas impulsadas desde el Estado nacional para que se abran los archivos de la represión, las políticas educativas abordando el pasado reciente y los juicios a los genocidas. Estas políticas, continuó Catela, permitieron potenciar también los estudios en el campo de las Ciencias Sociales al producir datos y  “exportar teorías y construir saberes” en la región.

En tanto, Britos resaltó la importancia de trabajar articuladamente entre instituciones y relató como fruto de esa articulación el trabajo sobre los y las estudiantes asesinadas y desaparecidas de Trabajo Social, que terminó, en un libro que produjo la Escuela de Trabajo Social de la UNC (hoy FCS).

Luego del panel se firmó un convenio entre la FCS y los tres Sitios de Memoria de Córdoba. En la ocasión, la decana María Inés Peralta, resaltó la importancia de visibilizar una lucha histórica, la de la Memoria, Verdad y Justicia; al tiempo que plasma un horizonte de acciones institucionales fundamentales en la “Facultad que queremos ser”. Las autoridades de los Sitios de Memoria coincidieron en la relevancia que este convenio tiene en el trabajo diario territorial, en la construcción de nuevos saberes y en los desafíos que posibilitan este tipo de acciones.

Luego, se realizó un homenaje a Héctor “Toto” Schmucler, investigador de reconocida trayectoria en las teorías de la internacionalización de la cultura y de la comunicación, militante de los '70 y exiliado político, como así también un incansable luchador por la defensa de los derechos humanos y la búsqueda de justicia en Córdoba. Ante su reciente fallecimiento, desde la FCS, se quiso homenajear con orgullo a quien dirigió la revista Estudios y el Programa Estudios sobre la Memoria del Centro de Estudios Avanzados (CEA). Así, Tamara Liponetzky, docente e integrante del programa, realizó un recorrido intelectual por la vida de Schmucler, resaltando su papel fundamental en la vida institucional del CEA. A su turno, Juliana Enrico recorrió el trabajo intelectual de Schmucler. Describiendo el entramado de su obra, se centró en los estudios que el "Toto" realizó en el campo de la Memoria y la Comunicación, para cerrar en un interrogante nuclear que demuestra la importancia de las políticas de memorias: ¿qué recordar? 

Por su parte, Ludmila da Silva Catela lo recordó desde el “profundo cariño” y destacó su prolífica lucha para que sus trabajos sirvan para “volver más soportable la vida”.

La jornada finalizó recordando un nuevo aniversario de la caída de Vilma Ethel Ortíz, en el lugar donde ya se plantó un árbol en su memoria, se plantaron árboles por todxs los y las desaparecidxs de la Facultad.

Un árbol de la vida

En unas de las entradas de la FCS, se plantaron árboles en memoria las y los desaparecidxs de la Facultad enfatizando la necesidad de recordar desde el presente las experiencias pasadas para inscribir las historias en preguntas mayores: ¿qué significa más hondamente estar hoy en una Facultad de Ciencias Sociales en la existencia de cada persona que la habita? ¿En qué consiste centralmente, el proceso que permitió que hoy estemos acá?

La memoria, sus matices y un acto que muestra que las marcas del terrorismo de Estado permanecen en la sociedad, en las subjetividades de sus protagonistas y en las transmisiones que de las experiencias hacen. Plantar árboles, hacer un ritual de la vida, como instancia que nos lleva a reflexionar sobre cómo fue posible un Estado terrorista en nuestro país, y al mismo profundizar en heridas: ¿alguien pondrá el cuerpo para seguir las batallas, las enormes y las cotidianas?

La última dictadura nos marcó para siempre, de forma irreversible. A la vez que estas actividades, estas marcas de memorias, nos recuerdan que la felicidad apenas tiene más que una sola ventaja: hacer posible la desventura, el fracaso y la desgracia. Sin la felicidad, aunque sólo sea por las ilusiones y las esperanzas, las desventuras carecerían de crueldad y, por consiguiente, de frutos.