26 / Septiembre / 2018

Uno de los paneles que se dieron de forma simultánea en el 5° Congreso de Género y Sociedad, fue el de "Educación superior y violencias de género: voces y miradas de jóvenes estudiantes". La mesa estuvo integrada por tres investigaciones: una estuvo a cargo por estudiantes de la FCS, Paola Elettore y Pascual Scarpino, denominada "Violencia contra las mujeres: una narrativa desde la voz de las estudiantes de la UNC"; otra pertenecía a María Belén López, de la Universidad Nacional de San Martín de Buenos Aires, bajo el título "Convivencia en el Campus: la puesta en práctica de las significaciones de lo masculino y lo femenino en el ámbito universitario. Un estudio etnográfico de la violencia de género"; y finalmente el trabajo de Carlos López y Valeria Aimar del área de Feminismos, Género y Sexualidades (Femgs) de la UNC, "Jovenes universitarias: relfexiones acerca de los sentidos sobre las violencias contra las mujeres".

Las ponencias simplificaron algunas de las formas en que se presentan los hechos de violencia en las universidades, tanto en sus entramados académicos como en la articulación del espacio social de los estudiantes, como en clases, espacios en común, relación con los docentes, nodocentes, entre propios compañeros/as, etc. 

En los trabajos hubo similitudes en cuanto al rol de las mujeres ante situaciones de desigualdad, de maltrato y de subestimación. Para alcanzar esas conclusiones investigó a la presencia de mujeres no sólo desde lo cuantitativo (matriculación) sino desde las formas en que se presentan esas desigualdades con sus modos cualitativos. Los datos que arrojaron las investigaciones apuntaron a que se reproducen por lo menos tres tipos violencias simbólicas: como comentarios sexistas, chistes y acosos. Surgieron también aspectos que calan aún más las diferencias entre estudiantes varones y mujeres, como son la presencia de carreras esterotipadas y mayores exigencias en lo académico para las mujeres. Para quienes relevaron estas narrativas desde grupos focales o entrevistas individuales, existen ciertas reproducciones de esterotipos del patriarcado dentro del ámbito universitario. Y en consecuencia, también surgieron interrogantes sobre qué lugar ocupan las mujeres luego de recibirse. 

De acuerdo a los testimonios y hechos narrados por las estudiantes, pudo verse que no hubo discriminación de claustros, las violencias se vieron reflejadas en todos los espacios. Se señalaron aspectos como "castigos académicos" si las alumnas no cumplían con sus tareas u obligaciones, que pusieron en relieve sentimientos como el miedo, la soledad y el silencio. 

Si bien existen y persisten estos hechos que marcan una desigualdad entre alumnos/as varones y mujeres en el ámbito universitario, por fuera de él se empiezan a gestar ciertas resistencias basadas en espacios de activismo de género. Toda esta resistencia, según dijeron los/as investigadores/as, se dan ante situaciones de violencia entre jóvenes (la competitividad académica, paternalismo, desigualdad entre varones, etcétera) y sobre todo potenciadas desde la naturalización y banalización de esas violencias desde los medios masivos de comunicación.