07 / Mayo / 2018

La Facultad de Ciencias Sociales y la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, en el marco del Centenario de la Reforma Universitaria de 1918, realizaron el “Homenaje a los ’80. Movimiento estudiantil y autoridades de la UNC en la recuperación democrática.”

Hombres y mujeres se reencuentran en la entrada del Pabellón Venezuela de Ciudad Universitaria. Fueron protagonistas en la vuelta de la democracia del movimiento estudiantil universitario. Luego de anécdotas, risas y nostalgias, la decana normalizadora de Ciencia Sociales, Silvina Cuella -parte de ese movimiento-, abre el conversatorio recordando a una persona fundamental para reconstruir el proceso de los '80: el Arq. Luis Rébora, quien en abril de 1986 fue electo Rector de la UNC en una Asamblea Universitaria histórica, donde se inicia una floreciente y democrática etapa en la universidad que vuelve a poner en escena, entre otras varias transformaciones, el cogobierno tripartito entre los estamentos de docentes, egresados y estudiantes, en tanto que en la gestión de Rébora se incorpora al estamento nodocente.

En esta coyuntura, marcada por los últimos años de la dictadura y los primeros de la democracia, el papel de los y las jóvenes es político; está atravesado por la figura de las ausencias, de los cesanteados, de los desaparecidos. A partir de esto, se (re)piensa la política académica: los planes de estudios, el ingreso irrestricto, la cobertura médica, la recuperación del comedor universitario... Sin descuidar el eje central del debate que cubre a toda la sociedad: autoritarismo - democracia.

Muchas fueron las reformas introducidas por aquel movimiento verdaderamente transformador. Algunas de esas conquistas, sobre todo en su espíritu y actualizadas a los tiempos que corren, siguen hoy revoloteando la vida universitaria: la recuperación de los centros de estudiantes y la FUC, la democracia universitaria y el co-gobierno cuatripartito. Discutirlas, repensarlas, reescribirlas constantemente es un compromiso y una responsabilidad con el legado y la memoria.

Unidad y movilización
En los '80 tiene lugar en Argentina la reconstrucción del sistema democrático tras el terrorismo de Estado. Con la vuelta de la democracia y a la par de la normalización de las universidades públicas comienza un lento proceso de reconstrucción del movimiento estudiantil en Argentina. Los ejes que guiaron la práctica de la mayoría de las organizaciones en el primer período, que desembocó en la Asamblea Universitaria de 1986, fueron la recuperación de la institucionalidad democrática y la lucha por los Derechos Humanos. En la universidad esto se expresa en la reconstrucción de los organismos gremiales de los estudiantes (creación de centros y federaciones) así como en la lucha contra los docentes vinculados a la dictadura.

Carlos Vicente cree importante recuperar las acciones políticas que los estudiantes realizaron en los años previos. El "Flaco" destaca dos hechos que ayudaron a gestar los hitos de los años '80. El primero fue en 1978, un festival para festejar el día del estudiante. Ese día las cosas no terminaron bien con la policía y 15 estudiantes terminaron presos. Ese hecho permitió que de a poco, pequeños grupos de estudiantes empezaran a articularse políticamente, a hablar de algunas problemáticas y hasta hacer fiestas para recaudar dinero. Para Vicente, otro antecedente importante en esta historia fue en 1981, en una jornada de protesta bajo las consignas “democracia, democracia” y “se va a acabar la dictadura militar”, en donde los estudiantes se terminaron movilizando hasta La Voz del Interior, lo que permitió al otro día aparecer en el diari; este hecho produjo la visibilización del movimiento que congregó a más de 200 personas frente a la Facultad de Derecho. A partir de allí se empiezan a hacer reuniones de estudiantes de distintos grupos y facultades.

José Serra (primer presidente de la FUC con la vuelta de la democracia) relata que por aquellos años los documentos se escribían y reescribían innumerables veces. Todo lo que el movimiento hacía era resultado de la discusión y de tener en claro que más allá de las diferencias, el eje estaba puesto en la unidad y la movilización. Y esto se traducía en acciones concretas, como el levantamiento Carapintada en Semana Santa de 1987, donde la unidad monolítica del movimiento estudiantil se mostraba en toda su fuerza.

Cerca de la guerra de Malvinas, recuerda Eugenio Reati, el ambiente violento que se respiraba en toda la sociedad ya se había aplacado un poco. Esto le permitió a los estudiantes ingresar a las aulas para presentarse y organizar actividades, pudieron empezar a reunirse y a publicar panfletos y revistas. Finalizada la guerra se empiezan a formar los cuerpos de delegados, se reclama la apertura de centros de estudiantes y se exigen elecciones. A esto se le suman los clásicos reclamos por el ingreso irrestricto y la lucha contra el arancel. 

El movimiento estudiantil de a poco se va alejando del activismo subterráneo que realizó en los años de la dictadura y comienza a reclamar con más fuerza la reapertura de los centros. Se hacen visibles principalmente dos tipos de organizaciones: las partidarias y las independientes. Las principales fuerzas partidarias son: Juventud Universitaria Peronista (PJ), Movimiento de Orientación Reformista (PC), Movimiento Universitario Intransigente (PI), Franja Morada (UCR). Estas fuerzas buscan el pluralismo en el armado de las agrupaciones, convocando a participar a estudiantes de diversos orígenes ideológicos. Por otro lado, las organizaciones “independientes” tenían un perfil cercano a la centroderecha que se oponía a las organizaciones estudiantiles. 

Para Amadeo Sabattini en esa época la vida estudiantil de la UNC se confundía con la militancia, muchos estaban convencidos que las soluciones venían con la participación y la apertura política. 

En 1986 el movimiento estudiantil universitario se propuso como política para modificar el estatuto de la UNC recuperar aspectos principales del modelo reformista de 1918: un compromiso con la autonomía universitaria, el co-gobierno y el pluralismo ideológico. En esta línea desde el movimiento sentían que "los estudiantes eran la única posibilidad de iniciativa democrática", en donde al identificar al enemigo se unía al claustro. Para ello había puntos innegociables: no se podían elegir decanos que hayan trabajado con la dictadura, por ejemplo.

José "Pepe" Caccia narra cómo los '80 tenían la responsabilidad de ser la continuidad de todo aquello que no estaba. De cómo la acumulación de la Reforma, de las luchas universitarias fue cortada, asesinada, desaparecida por la dictadura. El sector universitario había sido uno de los más castigados por el terrorismo de Estado. Falta una generación. Todo se tuvo que volver a armar. Son años de una presencia renovada del movimiento estudiantil en referencia a su pasado más inmediato.  

La generación del '80 sufre y sobrevive al genocidio, les toca la tarea de reconstruir una universidad arrasada. Las expectativas, en ese sentido, son muchas e importantes: normalizar la universidad, restablecer su autonomía, la autarquía presupuestaria, el co-gobierno de los claustros, devolver la vigencia de los estatutos, la libertad de cátedra, reincorporar a los docentes cesanteados, anular designaciones realizadas durante la dictadura, incorporar a nuevos sectores sociales... 

En tiempos de festejos de la Reforma, todo obliga a repensar la Universidad actual, dice Medardo Ávila Vázquez. ¿Cómo se forma a los estudiantes? ¿Con qué ética? ¿Cómo se le devuelve al pueblo? 

Numerosas conquistas universitarias fueron el fruto de la unidad y la movilización estudiantil de los '80. El enorme legado sigue vigente. La lucha también.